En cuanto los gérmenes invaden el organismo, se preparan para quedarse allí durante un tiempo. Devoran los nutrientes y la energía de sus huéspedes y pueden producir toxinas, que son proteínas que actúan como venenos. Estas toxinas pueden provocar los síntomas propios de las infecciones más comunes, como fiebre, secreción nasal, erupciones, tos, vómitos y diarrea.
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